Travesía del Agua

Pedaleando por Galicia, la tierra de los más de mil ríos


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Discurrimos por caminos con las cicatrices aún visibles debidas al paso de cientos de ruedas de carro


Dejamos la ciudad de A Coruña por la carretera de A Zapateira, casi única manera de llegar a los caminos de este monte desde que han comenzado las obras de la Tercera Ronda.

En seguida coronamos un pequeño montículo y nos adentramos primero en caminos entre urbanizaciones y en pistas y senderos después. Sin tocar asfalto nos plantamos en la aldea de Orro, en la que encontramos un pequeño sendero con visibles marcas de ruedas de carro. 

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Dejamos atrás Cerceda por unos caminos muy agradables

Enlazamos con el monte de Bregua, por el que discurrimos hastaLedoño, lugar en donde cogemos asfalto durante unos kilómetros, hasta la fuente de Celas, celebérrimo punto de reunión de ciclistas durante décadas. Este es el inicio del ascenso al monte Xalo.

La ascensión comienza por asfalto, pero a partir del punto en que un panel de madera nos señala “Monte Xalo”, la pista pasa a tener firme de tierra y un desnivel a tener en cuenta. Optamos por la ascensión más larga, por ser más tendida y llevarnos directamente al punto de despegue de parapentes, situado a 527 metros de altitud y desde el que se divisa un imponente paisaje que incluye la ciudad de A Coruña y su entorno.

Tras hacer unas fotos seguimos nuestro camino, ya por la vertiente sur del Xalo. Iniciamos el descenso, primero por pistas forestales y más tarde por carreteras muy poco transitadas, hasta que llegamos a la localidad de Meirama. Transitamos en medio de sus casas hasta llegar a la moderna carretera que ha desviado el tráfico de aquella zona.

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Vista de la cuidad de A Coruña desde lo alto del monte Xalo

Afortunadamente, esa carretera sólo la atravesamos para, medio por carreteras solitarias, medio por pistas de tierra, llegar a Cerceda, capital del ayuntamiento homónimo.

Aunque realmente no sea muy grande, apenas vemos Cerceda, pues cruzamos sin deambular por sus calles y, tras un par de cientos de metros de asfalto, entramos en el cuidado paseo fluvial del río Cavancos, que se enlaza con el paseo del riachuelo del Acevedo. Entre ambos, pasamos por el pie del Aquapark de este ayuntamiento, que no deja de ser representativo del hilo conductor de esta travesía: el agua.

Prácticamente sin transición, ya nos vemos rodando por senderos encantadores de árboles autóctonos por los que, dada la fecha en que escribimos esto, ya se empieza a sentir la llegada del otoño, que pinta de ocre las hojas que aún se resisten en las ramas.

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Sí, también tenemos pistas en esta travesía. Pocas, pero hay...

Llegamos al trazado del moderno tren de alta velocidad, que atravesamos por un antiguo paso inferior; este es el punto en el que se cambia la tipología de caminos de esta etapa: tras unos escasos metros de asfalto, enlazamos con unas enormes pistas de tierra rectilíneas que nos acompañarán casi todo el día.

O, por lo menos, hasta que llegamos a la antigua estación de ferrocarril de Ordes, punto también en el que vemos el río Lengüelle. A partir de aquí, seguiremos el antiguo trazado del ferrocarril y el curso de los ríos Lengüelle primero y Tambre después, que no abandonaremos hasta llegar a las puertas de Santiago de Compostela.

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La inevitable foto en la plaza do Obradoiro

Es decir, que desde Ordes pedaleamos por pistas creadas en su momento para servicio de la vía, teniendo siempre a la vista la corriente fluvial. En ocasiones nos valdremos del abandonado lecho del tren para atravesar el río, pedaleando trabajosamente sobre las piedras sueltas que quedan de recuerdo del antiguo trazado.

De esta vertiginosa manera vemos el primer mojón del Camino Inglés que, como nosotros, viene de A Coruña. Marca algo más de 6 kilómetros para Santiago de Compostela. No obstante, preferimos seguir un trecho más por nuestra cuenta, aprovechando los últimos metros de caminos antes de llegar al área metropolitana; así, la aparición de las naves del polígono de Tambre marcan el final de los caminos no asfaltados. El mojón de 5 kms para llegar a la plaza del Obradoiro nos marca el camino a seguir a partir de ahora, ya por asfalto y en terreno urbano.

Esos últimos metros pasan de forma rápida, y en cuanto nos damos cuenta, ya estamos metidos en la inmensidad de la plaza, rodeados de cientos de peregrinos y curiosos que acuden a visitar la Catedral y los restantes monumentos de la plaza.