Travesía del Agua

Pedaleando por Galicia, la tierra de los más de mil ríos


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Salimos de Pontevedra por el Camino de Santiago, que nos ofrece bellos paisajes

Discurrimos por la capital de provincia aprovechando el recorrido del Camino de Santiago, que nos lleva por el centro histórico de la ciudad.

Nos dejamos llevar por este trazado -obviamente, en sentido contrario- por la carretera EP-002 durante algo más de 4 kilómetros, momento en el que la abandonamos para transitar por caminos: hemos llegado a la Verea Vella da Canicouba, que nos había dejado tan grata impresión durante nuestro transcurso por el Camino Portugués, y decidimos retomar este trazado para poder disfrutarla en sentido descendente, en vez del habitual, ascendente.

Salimos de esta espectacular zona aunque de tan solo un par de kilómetros de longitud y llegamos a la localidad 

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Desde la senda del Agua tenemos magníficas vistas de la Ría de Vigo

de Pontesampaio, lugar donde fue librada una batalla, la conocida como Batalla de Pontesampaio, decisiva en la Guerra de la Independencia Española contra los franceses el 7 y 8 de junio de 1809, y que puso fin a cinco meses de ocupación francesa. En ese punto atravesamos el río Verdugo por el puente que da nombre a la población, de origen romano, aunque lo que nos ha llegado sea medieval.

Callejeando por esta población encontramos una inesperada visión del puente de Rande y la ría de Vigo.

Seguimos el trazado del Camino de Santiago en sentido inverso y nos lleva por unas pistas forestales desde las que se puede divisar un espléndido paisaje de la ría de Vigo. De este modo, llegamos a la población de Redondela, punto en el que abandonamos las marcas del Camino. Hemos compartido 20 kilómetros hoy...

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Alto da Groba, Baiona... Impresionante la vista que nos ofrece este recorrido

Salimos de Redondela por carretera, y durante 3 kilómetros no abandonamos el asfalto. Eso sí, cada vez circulamos por carreteras con menor densidad de coches, hasta que tomamos contacto con la senda del Agua de Redondela, que no es sino un camino accesorio al canal que transportaba agua desde el Embalse de Eiras (Ayuntamiento de Fornelos de Montes) para abastecer la ciudad de Vigo. Es un camino totalmente plano y por ello muy asequible y transitado. Discurre a una cierta altura -alrededor de 106 metros-, por lo que constituye un magnífico mirador para la totalidad de la ría de Vigo.

A nosotros nos sirve, además de para sacar fotos, para introducirnos en el corazón de la ciudad, por lo que cuando la dejamos tras casi 10 rápidos kilómetros, ya estamos dentro del núcleo urbano de Vigo.

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Caminos tan bellos como técnicos en los alrededores del Monte Aloia

Callejeamos un poco y en el kilómetro 32, llegamos al río Lagares que, con sus orillas perfectamente acondicionadas, nos ayuda a bordear la ciudad sin apenas pisar asfalto, lo cual es bienvenido. Así, tras 8 kilómetros totalmente lisos y llanos, llegamos al parque de Castrelos, donde salimos a la vorágine del tráfico urbano.

Es poco más de kilómetro y medio, pero discurrir por la Avenida de Castrelos no resulta agradable. Afortunadamente nos desviamos en breve por carreteras pequeñas que pronto pasan a ser senderos que nos alejan definitivamente de la urbe. Tan cerca y tan lejos, la belleza y soledad que ofrecen estos caminos contrasta con las prisas y nervios que acabamos de dejar atrás.

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Más vistas, en este caso al interior. Porriño

De este modo llegamos a la población de Valadares, ya con casi una hora de ascenso prolongado que a partir de este punto se iba a acentuar: nos dirigimos al monte Galiñeiro, que casi coronamos al pasar a 550 metros de altura. Una vez más, las vistas de la ría de Vigo son encantadoras.

Y, sin bajar demasiado, vamos llegando a las inmediaciones del monte Aloia, uno de los Parques Naturales de la comunidad gallega. Los caminos son cada vez más agrestes y técnicos, los paisajes no dejan de asombrarnos... Hacemos un pequeño bucle para visitar la capilla de San Julián y subirnos al mirador adyacente a dicha construcción.

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Impresionante paisaje el que podemos admirar desde el mirador del Monte Aloia

Volvemos a retomar la dirección original y afrontamos una bajada espectacular. La más bonita, técnica y prolongada de nuestra travesía. Realmente para disfrutar si te gusta bajar por caminos. Pero es que desde los 596 hasta los 60 metros (530 metros perdidos en menos de 7 kilómetros), los caminos tienen casi siempre pendiente descendente, y en ocasiones con elevado porcentaje, amén de ser estrechos y en absoluto regulares.

Con la piel de gallina y dolor de brazos, vamos discurriendo por carreteras secundarias hasta encontrar las primeras casas de Tui.

Hoy hemos empleado unas seis horas de pedaleo en recorrer los 75 kilómetros de la etapa.